Saúl, al contrario de lo que creía todo el mundo –o casi todo el mundo en el pueblo (yo era una de esas personas que no creía que un castillo tuviese 3 puertas)–, demostró, con datos, basándose en sus conocimientos de historia e ingeniería, que los arcos, de los que hoy queda uno en pie, estaban en el interior, a 12,40 m de la muralla que rodeaba el castillo con un único acceso o puerta por la 'arquilla', y que no serían tres sino cuatro los mismos, y la parte superior no serían almenas sino ventanas, pudiendo haber entre cinco o siete, dijo haciendo una comparación con otros edificios de la época de arquitectura simétrica.
Desgraciadamente muchas de las piedras del Palacio, al parecer, terminaron formando parte de casas y de la espadaña de la iglesia de la localidad, se cree.
Con autocad se hizo una reconstrucción de lo que pudo ser a través de ordenador, que se proyectó a los allí asistentes –no entró toda la gente por falta de espacio ya que la presentación de este libro superó ampliamente el aforo previsto–.
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