Durante el encuentro, además de intercambiar experiencias sobre la vida, el trabajo y las perspectivas de futuro en nuestros pueblos, se intentó responder a varias cuestiones.
Cuando se habla de España vaciada, no hablamos de quién la ha vaciado, cómo ni por qué. Hablamos de paliar la despoblación, las consecuencias, pero no las causas: y es fundamental atacar la raíz, solucionar los problemas y las políticas que tienen como consecuencia la expulsión de las personas de sus pueblos. Se trataron además problemas específicos que se encuentran en los pueblos de nuestra provincia, a través de las vivencias de los ponentes.
Es fundamental apostar por una red de servicios públicos que garantice que los habitantes que viven en los pueblos tienen los mismos derechos y garantías que aquellas personas que viven en las ciudades. Es inaceptable que se den situaciones como la vivida recientemente en Peñalba de Santiago, cuando los vecinos y vecinas tuvieron que desplazarse para solicitar auxilio ante un incendio por falta de cobertura. También se comentó la situación dramática de la Feve, cuya falta de revisores facilita el discurso de que el servicio es deficitario; es imposible que recaude lo suficiente si no se dispone de la cantidad personal adecuado para realizar la venta y control de billetes. Tampoco podemos pedir a nadie que viva en un pueblo si el transporte para por ejemplo, acudir al trabajo es deficitario y a su vez no dispone de cobertura telefónica o de internet para poder trabajar desde casa. Por otro lado, es posible y necesario apostar por el comercio de proximidad y solucionar las dificultades que afrontan los agricultores y ganaderos para realizar circuitos cortos de comercialización. Lo fundamental es creerse que queremos unos pueblos vivos y no utilizarlo sólo como un eslogan pegadizo. Y hacerlo realidad pasa también por utilizar la imaginación y los propios recursos que nos proporciona nuestro patrimonio rural (por ejemplo, animales que pastando en determinados terrenos ayudan con esta limpieza a prevenir incendios) así como aunar alternativas que favorezcan la fijación de población a la vez que protegen el medio ambiente.
Ante todo nos quedamos con un mensaje esperanzador: si se quiere, claro que se puede tener pueblos vivos.
Ante todo nos quedamos con un mensaje esperanzador: si se quiere, claro que se puede tener pueblos vivos.
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