miércoles, 3 de mayo de 2023

Cartas al Director/ Agua que no has de beber…

No eran empresarios, eran ladrones. Llegaron con nocturnidad y alevosía (aprovechando la ausencia informativa a los futuros damnificados), se plantaron en plena vega de Castrocalbón y se pusieron a “furar” en una finca que previamente habían comprado a tal fin. No, no venían a potenciar la agricultura dedicándose a las labores del campo, venían directamente a recoger el fruto sin haberlo sembrado. Sólo tenían que abrir un boquete en el terreno y apropiárselo. Así que se pusieron “manos a la obra”. (En este momento parece que alguien les ha parado los pies o que simplemente están tomándose un descanso). Pero ese fruto que pretenden esquilmar no les pertenece, no está en su finca, sino debajo de su finca, de la misma manera que está debajo de todas las fincas del valle. Todo mundo sabe, sin necesidad de estudios especializados, que en la cuenca del río Eria, como en cualquier otra, existe una reserva de agua subterránea que es la que ha hecho posible a lo largo de la historia la vida de las poblaciones, la de sus ganados y la de sus cultivos agrícolas. ¿En qué cabeza cabe que alguien pueda piratear y negociar con esa reserva hidrológica, que es patrimonio de todos y muy especialmente de los moradores del valle? ¿Qué pasaría si todos los que somos dueños de una finca agrícola en la zona nos olvidáramos de los cultivos y decidiéramos mercadear con el agua del subsuelo tal como pretenden en Castrocalbón? Es inconcebible que alguien desde instancias superiores del Gobierno Regional (Consejerías, Servicios Territoriales…) haya podido autorizar semejante monstruosidad. De la fatídica Confederación Hidrográfica se puede esperar cualquier cosa, pues en cada una de sus actuaciones en la cuenca del Eria (por acción u omisión) ha venido demostrando una ignorancia supina. Pero este error supera cualquier supuesto de irracionalidad imaginable, ya que el daño que se puede causar al valle de la Valdería es incalculable, más aún si tenemos en cuenta la grave crisis climatológica que estamos padeciendo. El preceptivo informe de impacto medioambiental debería comenzar por considerar este posible desastre. De llevarse a cabo el latrocinio de Castrocalbón, las peores consecuencias las sufrirán sin duda todos los pueblos del valle arriba dado que ahí el descenso provocado en el nivel freático será naturalmente mayor. El agua, como el aire, es un elemento “vital”, y en cuanto tal debería estar a salvo de cualquier intento especulativo. Pero desgraciadamente la política del agua en este país hace agua por todas partes, por todas menos por una: la del bolsillo de los traficantes. Esperemos que la población del valle y sus dirigentes locales sepan reaccionar ante semejante atropello haciendo valer la máxima aprendida de nuestros antepasados y tradicionalmente respetada en toda la Valdería: “Agua que no has de beber, déjala correr”. Ismael Almanza Riesco

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