Un año más, los vecinos y vecinas de Jiménez de Jamuz volvieron a conmover al público con la representación de la pasión y muerte de Cristo, celebrada este Viernes Santo. Esta cita, profundamente arraigada en el calendario cultural del municipio, reunió a cientos de personas que se acercaron para presenciar el tradicional Viacrucis Viviente, un acto que combina religiosidad, teatro y comunidad.
Desde tiempos remotos, este pequeño pueblo leonés ha estado ligado al mundo de las artes escénicas. En el año 1976, un grupo de jóvenes entusiastas decidió recuperar una Semana Santa que había caído en el olvido. Su propuesta fue tan arriesgada como ambiciosa: recrear los últimos momentos de la vida de Jesucristo a través de una representación teatral al aire libre. Desde entonces, y durante décadas, Jiménez de Jamuz se ha volcado en este propósito, haciendo del Viacrucis Viviente una de sus señas de identidad.
Durante meses, los vecinos se prepararon con dedicación para dar vida a las diferentes escenas de la Pasión: la Última Cena, la oración en el huerto y el prendimiento, el juicio ante Pilatos, el recorrido con el calvario y las sucesivas caídas, y finalmente la crucifixión de Cristo entre los ladrones. Las calles del pueblo se transformaron en un gran escenario donde el realismo y la emotividad fueron los protagonistas.
La representación destacó, una vez más, por su cuidada puesta en escena, su profundo simbolismo y la participación masiva del vecindario. La implicación colectiva y la autenticidad del acto han convertido al Viacrucis de Jiménez en un referente provincial, lo que le valió en su día la declaración de Fiesta de Interés Turístico Provincial por parte de la Diputación de León.
Mientras las últimas luces del día se reflejaban sobre las aguas del río Jamuz, la representación concluía con un silencio cargado de emoción.

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