Los conejos continúan sembrando la discordia entre agricultores y cazadores en Ribas de la Valduerna. El pequeño mamífero ha vuelto a causar daños en una finca de labor, como ya ha sucedido años atrás en el pueblo. En esta ocasión, ya había brotado el trigo y el campesino, Lorenzo Mateos, acusa a los aficionados a la actividad cinegética de favorecer la población de lagomorfos en la zona alimentándolos con remolacha que incluso habían arrojado en su finca.
Por su parte, el presidente del coto del pueblo, Esteban Crespo, reconoció que un vecino había arrojado remolacha en la chopera en la que los conejos han excavado sus madrigueras, si bien sus intenciones eran la de que los animales dispusieran de comida en este año de sequía, a fin de que no atacasen los cultivos.
La guerra del conejo en esta localidad enfrenta a profesionales del tractor y amantes de la escopeta desde hace unos diez años. El asentamiento del animal en una chopera supuso el inicio de los ataques a los brotes tiernos en las tierras de labor, motivo por el que los agricultores han remitido en los últimos años varias cartas a la Junta de Castilla y León advirtiendo del problema. Incluso se han reclamado los daños ante la justicia, como hicieron el año pasado dos vecinos de Ribas, si bien el presidente del coto señaló no haber recibido notificación alguna.
Este año, el primer perjudicado ha sido Lorenzo Mateos, que trigo en un terreno que el año anterior había dedicado a las patatas, cultivo que se salvó de la voracidad del animal. «Si por lo menos el año hubiera venido bien y no con esta sequía, los conejos habrían tenido hierba para comer y el trigo ya estaría crecido y lo hubieran dejado en paz, porque sólo comen los brotes», se lamentaba Mateos, que mostraba los pasillos utilizados por los conejos, las excarvaderas realizadas en el suelo.
El daño económico. Mateos encontró remolacha en su finca y asegura que los cazadores la arrojan «para no quedarse sin conejos que cazar». No defiende esta práctica en la arboleda, pero que las arrojen en la finca le parece de mala fe. El agricultor cifra en 860 los costes de simiente, sulfato y nitrato utilizados en la finca —no incluye el trabajo—, que vendrían a producir «un mínimo de 3.000 euros». En la chopera se ve cómo se ha arrojado remolacha, ya mordida por el lagomorfo. Las bocas de las madrigueras se detectan con facilidad, excepto aquellas que oculta la reseca maleza.
Miguel Alonso, agricultor que el año pasado sufrió daños en su cultivo de remolacha, aseguró a este periódico haber acudido a un abogado para reclamar los daños. De momento, no ha recibido noticias del letrado por lo que supone que no haya posibilidad de conseguir cantidad alguna. «El perito valoró los daños en 1.016 euros», manifestó el campesino.
Por su parte, el presidente del coto, Esteban Crespo, indicó que este fin de semana se han realizado batidas de descaste en la chopera «con hurones, perros y escopetas». El número de ejemplares abatidos no fue alto, «porque no se dejan coger y la población de conejos es pequeña», aunque reconoció que el lagomorfo «es glotón». Crespo señaló que en Ribas los cazadores «tienen familiares que se dedican a la agricultura» si es que no son agricultores y no es intención del coto causar daños en las tierras.
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