El sábado comiezó tras una luna de sangre. En el campamento astur-romano de Astorga las mentes comienzan a prepararse para la lucha que tendrá lugar en
unas horas, de día, todos lo saben.
La música invade las mentes mientras Astures y Romanos se entremezclan en el foro y las pallozas. Es la noche de confraternización previa a la gran batalla.
El medio llega, comida preparada en las parrillas (hay que coger energía). La tensión se empieza a marcar en el ambiente, los grupos bien distinguidos...
Los guerreros-deportistas están preparando su estrategia a seguir en la batalla final de la tarde en el gran Circo Romano. Momentos de calma y preparación física y mental del resto de los recreaccionistas, es necesario dar lo mejor a sus luchadores. Caras pintadas, peinados, bebidas isotónicas, los nutrientes, los cuernos que atormentan, los tambores que animan, pero sobretodo las gargantas tensas para soltar toda la energía acumulada en el momento preciso.
Y ese momento llega... Las 19:00 estaba predicho, el graderío lleno, más de 4000 espectadores, más de 4000 gargantas, más de 8000 ojos que no parpadean... Y ¡¡¡Comienza él circo!!!!
Un año más desfilan representantes de todos los grupos que preceden a El César y al Caudillo.
Un año distinto, pues instalados todos se procede a un respetadísimo minuto de silencio por la última víctima mortal de la violencia de género, de Astorga.
Y tres este homenaje y está denuncia unánime comienza el circo.
Volvemos a disfrutar con las ya clásicas carreras de literas, de cuadrigas tiradas por los propios competidores, las sandías, la piscina para evitar los daños de las caídas... Amenizan los descansos los Gladiadores de Astirga y Caetra Lucensis. Los más pequeños también tienen su momento de lucha con el soga-tira y las manzanas, empiezan a prepararse para un futuro próximo como guerreros.
El graderío dividido entre Astures y Romanos estalla, grita, corea, hace la ola o aplaude apoyando a su bando.
Los visitantes y no socios no pierden ripio contagiándose del fervor de Astures y Romanos.
Estreno de marcador (como no, con número romanos) que iba reflejando las victorias hasta que finalmente gana el bando astur un año más.
Los guerreros vitorearos, el Caudillo aclamado.
Una tarde de catarsis, de fervor y de éxtasis que se repite un año más en Asturica Augusta.
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