Mientras los políticos se esconden tras excusas, los hombres y mujeres del mundo rural —nuestros socios, nuestros vecinos— están siendo arrasados por catástrofes que son fruto directo de la negligencia y la incompetencia de quienes deberían protegerlos.
En la prevención y en la extinción de los incendios, no han sido las administraciones quienes han dado la cara, sino personas como Héctor y Rubén, Rehala “El Palacio”, que con valor y con sus propios medios se enfrentaron al fuego y defendieron a su pueblo, Castrocalbón (León), aun desoyendo las absurdas órdenes de quienes, desde la comodidad de un uniforme o un despacho, les prohibían salvar lo suyo.
Ellos son el verdadero ejemplo, ellos son la dignidad de un pueblo abandonado. A ellos, y a todos los que se juegan la vida mientras el poder político se desentiende, nuestro respeto, nuestro honor y nuestro eterno reconocimiento.

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